Este es un trozo de historia que no estaba escrito, cuyo lugar de representación fue una taberna.
Por disputa o por hábito siempre se tiene la costumbre de hablar cuando en una mesa se encuentran más de uno y cuando la mesa es de taberna y por añadir algo, se tiene vicio de merendar en ella, ya se convierte en un conjunto de expresiones literarias que muy bien se podría derivar en pensamientos filosóficos.
Esto que según mi abuelo ocurrió en la taberna del muy famoso “Queleto” (Contemporáneo de Chujana, no menos famoso), dió origen a un proverbio que hoy, después de los tiempos, todavía se conserva, no faltó en aquel entonces quienes opinaron que fueron dos y aún hubo quien dijo que fueron tres, el caso es que si no hubiera sido por mi abuelo, es muy probable que esto se hubiera perdido, ya que los demás que lo sabían tiempo han tenido para hacerlo.
Cubría la mesa un buen trozo de pan de aquel casero y además un bonito y bien lleno porrón de “clarete”, vino que por aquel entonces se consumía y que con sus 14 grados fue el causante de que en muchas ocasiones se celebraran fiestas de propina; tenemos que añadir a todo esto un buen trozo de chorizo de lo llamado casero de muy buen olor y presencia pero de muy mucho mejor sabor.
La merienda transcurrió en el más intimo de los coloquios, siendo éste ameno, interesante e instructivo y algún curioso dijo que se trató en conferencia de si chupar o no la cuerda de la sarta de chorizo, operación que no se llegó a realizar porque uno de los comensales dió un ronquido de garganta, muy bien llamando acuse de recibo (vulgo regüeldo o regoldo) al mismo tiempo que otro decía: “de esta vida sacarás tripa llena y nada más” siendo acompañados por un tercero que dijo “rediezla” (palabra que entonces se interpretaba en Pradoluengo como diez veces diez); la ovación que se oyó a su alrededor fue muy grande, llegando a pensar el vecindario que el ruido ese no era normal, interesándose por tal ruido se enteraron que era la causa de una merienda amistosa cuyos manjares eran: pan, vino y chorizo sin helar.