Se puede decir que la primera referencia que relaciona a Pradoluengo con las actividades textiles que serán la característica más sobresaliente de su historia, es del año 1567. El 29 de agosto, dos vecinos de Pradoluengo llamados Pedro y Juan de la Fuente, cuyo parentesco no conocemos, compran a la vecina de Burgos, Catalina de Lago, viuda del comercial Fco. Martínez de Aragón, la apreciable cantidad de 27 arrobas y una libra de lana “quarta” por 15.167 maravedíes.
En cuanto al destino posible de las manufacturas textiles, no sería descabellado afirmar que los lagares a los que se destinaban los paños de Pradoluengo eran los más cercanos, a aquellas villas que contaban con mercados y ferias de relevancia.
La actividad textil exigía una dedicación mayor que la permitida por el calendario de fiestas santificadas por la Iglesia. Las más populares eran celebradas con fervor, pero en otras ocasiones por parte de la iglesia, se recriminan la falta de cumplimiento de dicha fiestas de guardar por la cantidad de trabajo necesario para la fabricación de paños.
La compra de lana, a pesar de que los pastos de Verona del ganado trashumante estaban en el mismo término municipal de Pradoluengo, y en una extensa zona su alrededor como era la Sierra de la Demanda, se lleva a cabo con mayor profusión en las localidades cercanas de la comarca del Tirón, zona de transición entre la Sierra y el Valle del Ebro.
La bayeta, manufactura menos tupida que el paño, servía para diversas confecciones, desde cortinas hasta camisas y capas. También sería utilizada para otras funciones por las capas bajas de la estructura social.
La infraestructura de los fabricantes. En primer lugar habría que destacar los obradores, es decir los locales que se situaban en la misma casa del fabricante y que en muchos casos y aunque parezca increíble, han prolongado su función hasta la actualidad del siglo XXI.