El objetivo del hilado y de los procesos que lo preceden es transformar las fibras individuales en un hilo continuo cohesionado y manejable. Los procesos aplicados a las fibras varían según el tipo empleado.
El algodón, la lana, el lino y otras fibras naturales se hilan cada una de forma diferente.
Antes de la llegada de las máquinas, el hilado se hacía a mano con el huso y la rueca, que consistía en una vara en la que se fijaba una porción (llamada copo) de la fibra que iba a ser hilada. La rueca se sostenía con la mano izquierda o se enganchaba en el cinturón. El huso era una pieza más pequeña de forma aproxima-damente cónica, que se hacía girar con la mano derecha arrollando el hilo alrededor de él a medida que se iba retorciendo. Alrededor de los siglos XIII y XIV se introdujeron en Europa los tornos de hilar, procedentes de la India, que supusieron una mejora sobre las ruecas. En el torno de hilar, el huso, situado en posición horizontal, se hace girar mediante una rueda impulsada por un pedal, y produce un único hilo. Para obtener un hilo muy fino son necesarios dos hilados.
El torno de hilar, desarrollado en la India alrededor del año 500 a.C., se empleó hasta hace unos 200 años, cuando fue sustituido en gran medida por máquinas industriales. La industria de la lana y del algodón sufrió una revolución en Gran Bretaña por la aparición de las hiladoras mecánicas conocidas como “selfactinas“ que permitía hilar varios hilos al mismo tiempo. En la selfactina, los husos estaban situados en un bastidor móvil para reducir la tensión del hilado con rodillos, lo que permitía producir hilos más finos. Aunque estos procesos están totalmente anticuados en la actualidad, salvo unas pocas selfactinas que todavía funcionan. Los principios generales del hilado de la lana y el algodón actual son bastante similares, e implican también los procesos de apertura, cardado y peinado, estirado, torcido e hilado.